Severino es un gran aficionado a la música. Pasa tardes enteras escuchando música y escuadriñando viejos almanaques. Siempre ha sido un encendido defensor de la obra del maestro Ricardo Pamplona hasta tal punto que, frente a aquellos que decían que no era más que otro compositor del costumbrismo más rancio, mantenía una mueca de desprecio seguido en la mayoría de los casos de un gesto de desdén, sabedor de que es el único intelectualmente capaz de apreciar la hondura y calidad de esa obra musical; a ojos experimentados, vacía y desprovista de interés. A Severino no le importan lo que digan ni los parroquianos del Café-Bar España ni los criticones de músicas de los periódicos y revistas, simplemente, se le eriza el bello cuando en el recogimiento de su salita de estar escucha las primeras notas de “Deseo Andaluz” en su radiocassete radiola, es entonces cuando piensa que la vida, a pesar de todas las miserias de este perro mundo, es bella.
Vida, obra y milagros de Salustiano Manzanas
lunes, 11 de abril de 2011
miércoles, 30 de marzo de 2011
El personaje
Salustiano Manzanas sería un hombre corriente, un hombre cualquiera, si no fuera porque es natural de Villa del Conde y propietario de una pequeña explotación agropecuaria que le reporta una importante variedad de productos hortofrutícolas. Poeta e intelectual local, es cofundador, junto con Don Severino (médico de familia), del partido regionalista cantonal de Villa del Conde. Severino, es algo abrupto en las formas, gallardo y pendenciero, pero desprovisto de malicia alguna. Considera a la palabra dada como aval suficiente para garantizar el cumplimiento de un trato. Es un idealistas con más de 55 inviernos a su espalda, de largas piernas y delgados brazos, cabezón y casi calvo, pero con un aspecto de emperador hispano que le confiere un áurea de inmortalidad pétrea.
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